Crónica de una mejoría en la Hiperacusia – 1/2



















Desde fines del 2006 en adelante, pasé cerca de 4 años encerrado en mi casa con una hiperacusia y un tinnitus muy severos, solo saliendo al exterior a las 6am para ir a comprar rápido a la bodega y regresar, aprovechando que  a esa hora no había mucho ruido ambiental. En el 2010, logré mudarme a una zona más tranquila, donde en pocas semanas comencé a experimentar una mejoría significativa, pues el ruido ambiental era mucho menor allí y me permitía salir a la calle prácticamente a cualquier hora del día. Esto ayudó a que mis oídos se fortalecieran y acostumbraran otra vez a ciertos sonidos externos. Sin embargo mi estado era todavía delicado, porque ante cualquier ruido excesivo, ya sea en la calle o en alguna reunión familiar, terminaba con mucho dolor en los oídos y con aumento de la sensibilidad auditiva, todo lo cual se mantenía durante una o dos semanas (incluso 3), y a veces acompañado de una especie de migraña en la cabeza. También la intensidad del tinnitus aumentaba durante esos días. Luego de este episodio de malestar el retorno a mi estado habitual era siempre lento y me tomaba generalmente dos o tres días más, tiempo durante el cual mis actividades habituales se veían restringidas y limitadas debido a la sensibilidad.

Este estado de mejoría relativa y muy inestable se mantuvo durante los siguientes 4 años, pero daría un vuelco importante en los primeros meses del año 2015, cuando decidí tomar algunos riesgos y comenzar a realizar varias actividades que deseaba hacer hacía mucho tiempo pero que las había considerado impensables en mi condición.

Aquí las enumero:

- En Marzo de ese año (2015) acepté la invitación de un amigo para ir a pasar un día de playa en un balneario cercano, junto con su esposa y sus dos niñas. Ya estando allí, me mantuve en todo momento con los tapones de espuma colocados, y de vez en cuando me ponía las orejeras (como por ejemplo cuando me metía al mar y la ola reventaba en mi cuerpo). La experiencia fue muy relajante y estimulante. El sonido del mar no resultó dañino en ningún sentido, y en general el paseo no me generó molestias posteriores.

- En Abril participé (ya era la segunda vez) de un partido de futsal (fútbol en campo pequeño) con mis viejos amigos del antiguo barrio donde viví. Para atenuar los gritos, arengas y los vítores de los jugadores, utilicé mis tapones y fue suficiente. En esta ocasión también me animé a ir con los amigos a una “cebichería” (restaurante de pescado) para comer algo y tomar unas cervezas. El momento resultó muy agradable y tolerable, a pesar de que por ratos la música del local sonaba un poco fuerte, y a pesar también del pequeño recital improvisado que mis amigos armaron cantando y tocando la guitarra. Yo estuve siempre con tapones y solo por momentos me colocaba las orejeras. Luego de salir del restaurante, la reunión prosiguió después en un parque de mi antigua vecindad, donde la música con canto y guitarra continuó hasta cerca de las 9pm. Al día siguiente tuve algunas molestias leves, que desaparecieron al segundo día.

- En ese mismo mes de Abril, a causa de la rotura de una amalgama, me vi obligado a asistir a un dentista para que me solucionara el problema. Esta era otra de las acciones que no había realizado desde hacía mucho tiempo, debido concretamente al temor de que el fuerte y agudo sonido del torno empeorara mi condición. Sin embargo todo el procedimiento de curaciones y cambio de puente resultó favorable, y no me produjo ningún daño al oído, ni malestares posteriores. Se puede leer más sobre esta experiencia aquí.

- En el mes de Mayo mi hermana me invitó a realizar un viaje en avión para visitar a la familia del norte del país. A pesar de lo riesgoso que podía ser por el ruido del avión, al final todo resultó muy bien y sin consecuencias negativas para mis oídos. Para conocer los detalles de ese viaje ingresar aquí.

- A finales de Mayo, decidí inscribirme en un instituto de yoga y meditación, ubicado algo cerca de mi casa, aunque en una zona un poco más ruidosa. Tenía muchas dudas al respecto pero también mucha expectativa, pues era la primera vez en casi 9 años, que iba a participar de una actividad grupal. Al comienzo me costó un poco adaptarme al ruido ambiental del exterior (habían varias avenidas principales alrededor del instituto) que se filtraba al interior del local, y a la música que se utilizaba durante las sesiones de yoga (que si bien la mantenían a un volumen moderado, eran los agudos los que a veces los sentía muy fuertes). Estuve asistiendo 8 meses, tiempo durante el cual no faltaron momentos en que las bocinas de los autos me generaron mucho malestar a los oídos, impidiéndome asistir a las sesiones durante algunos días (4 o 5), pero felizmente después ya me sentía otra vez en condiciones de retomarlas. Poco a poco fui tolerando más, tanto los sonidos del exterior así como la música del interior, aunque siempre permanecía con tapones, y por momentos también con orejeras.

- En el mes de Junio tuve que volver al dentista debido esta vez a la rotura de un puente dental. En esta oportunidad las sesiones fueron varias (hasta el mes de Octubre) y el uso del torno fue constante. Sin embargo no experimenté molestias debido a ello específicamente. Solo en una oportunidad (a mediados del mes de Agosto), y por imprudencia mía, terminé con mucho malestar a los oídos, porque decidí ir a la sesión ya teniendo algunas molestias previas producidas por otros sucesos ruidosos anteriores, lo cual generó, como era de esperarse, que saliera de la sesión con una malestar mucho mayor. Las molestias continuaron durante tres días y después de manera sorprendente fueron disminuyendo.

- En el mes de Julio ya me había inscrito para iniciar un curso de reiki, también grupal. Realicé el nivel I y II, entre Julio y Noviembre de ese año (2015), dándose diversas reuniones y sesiones durante dicho período, dos de ellas en la casa de playa de la profesora, donde el sonido del mar se percibía con mucha presencia y claridad. La primera vez, el sonido del mar lo sentí un poco fuerte y tuve que mantenerme con tapones y orejeras, pero la segunda vez ya no necesité de ellas.



- Durante los meses siguientes comencé también a practicar con cierta regularidad la guitarra acústica y eléctrica (desenchufada), pero solo utilizando tapones y ya no orejeras como lo solía hacer siempre. Pasaba varios minutos tocando y por momentos también cantando, sin sentir dolor ni aumento de la intensidad del tinnitus. Fue como reencontrarme con mi vocación.




Para leer la segunda parte de esta crónica y algunas conclusiones y reflexiones finales al respecto, ingresar aquí.


Enlaces relacionados:


- Mi visita al dentista teniendo Hiperacusia y Tinnitus
- Viajando en avión, con Hiperacusia y Tinnitus


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Comentarios

Sary ha dicho que…
Gracias por tu publicación, la estoy leyendo muy atentamente pues también tengo que visitar al dentista y también un viaje al norte a visitar familiares, ambas situaciones postergadas desde hace tiempo, ¡¡terror al torno y al avión!! bueno en fin... espero la segunda parte, a lo mejor me animo para ir al Odontólogo antes que el problema sea mayor. Gracias de nuevo. Saludos cordiales.
Cuarto Mundo ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cuarto Mundo ha dicho que…
De nada Sary, gracias más bien por leer este post y estar pendiente del próximo. Es necesario tomar a veces algunos riesgos según cómo nos vayamos sintiendo. Espero puedas realizar ambas cosas. La segunda parte ya está publicada por si acaso. Saludos.

Julio

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