Cómo el ruido de un frigobar me ayudó con la Hiperacusia y el Tinnitus

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En el tiempo que estuve estudiando en Seúl, luego de un período de estar viviendo con una familia coreana, la organización que ofrecía el curso me asignó durante dos meses, un alojamiento independiente. Pensé que solo iba a ser una habitación con baño, sin embargo cuando me mudé me di con la sorpresa que era un “estudio”. Debía alegrarme por ello, pero en ese momento lo que sentí fue una gran preocupación, pues el estudio además de tener baño e incluir una cama, un closet, un escritorio y una cocina con lavadero, tenía un frigobar ubicado a los pies de la cama. Pensé, ¿y ahora qué hago?, pues el ruido de ese aparato era notorio. Por ese entonces (2004) ya padecía de hiperacusia y tinnitus moderados, lo cual no me permitía sobrellevar ruidos como estos por mucho tiempo ni tan cerca.

Como el frigo era pequeño, se me ocurrió que quizá podría apagarlo de noche y volverlo a prender en la mañana, sin que hubiera mayor problema con el descongelado. Pero no resultó. Cuando probé, al día siguiente buena parte del piso ya se había llenado de agua. Lo único que me quedaba era entonces en la noche, dormir con tapones, cosa que no había hecho antes.

Cuando comencé con estos protectores, igual llegaba a escuchar el ruido del frigobar y no lograba dormir bien. Durante dos o tres noches me la pasé así, e iba a clases algo desvelado. Conforme pasaron los días, debido quizá al cansancio de los estudios, y al mal sueño, llegué a dormir de largo hasta el amanecer. En todo este período pude notar que mis molestias auditivas no se habían acentuado o alterado a causa del ruido del aparato, lo que me dio tranquilidad y me permitió despreocuparme entonces del asunto.

Seguí durmiendo así durante varios días, y empecé a darme cuenta que en varias mañanas me despertaba sin los tapones puestos. Estos se terminaban cayendo seguramente producto de los constantes cambios de posición al dormir. Pero algo importante aquí fue que al quedar sin tapones el ruido del frigobar no me había despertado. En los días siguientes noté también que aún despertándome en la noche por algún motivo, el ruido no me molestaba y fácilmente volvía a conciliar el sueño. Tal parecía que mis oídos se habían habituado a ese sonido.

Fue entonces que decidí no utilizar más los tapones al dormir, y pues, sucedió lo inesperado.

Cada vez fui sintiendo menos el sonido del tinnitus por las noches (al dormir), y mi tolerancia a los ruidos durante el día fue también mejorando. Tan notorio resultó este avance que me animé a probar, de a pocos, estar sin tapones durante el día, estando consciente además que el ruido ambiental de Seúl era bastante más bajo en comparación al que yo experimentaba en Lima.

Así lo hice y al cabo de unos días, ya no usaba tapones en ningún momento, salvo en ocasiones muy específicas que por precaución me los ponía otra vez (conciertos, reuniones, ceremonias, etc). Esto era algo imposible de imaginar que hubiera podido hacer viviendo en mi ciudad.

Cuando regresé a Perú, mi hiperacusia prácticamente había desaparecido, y mi tinnitus estaba en cero.

Lo que sucedió al cabo de un tiempo y cómo fue que terminé con hiperacusia severa, ya es otra historia (leer al respecto en este enlace).

En todo caso, lo que aquí quería resaltar es lo útil que puede resultar el valerse de algún aparato con ruido moderado y grave (como era el caso del frigobar mencionado), para re-entrenar nuestro oído y poder devolverle su capacidad de tolerar los sonidos ambientales normales. Este tipo de ruidos pueden servirnos para levar a cabo una especie de terapia sonora casera, y permitirnos mejorar, sin tener que recurrir a otros materiales y equipos a veces difíciles de conseguir.


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Comentarios

Slate ha dicho que…
Saludos, ¿qué ocasionó en un principio el tinnitus de esta persona?
Cuarto Mundo ha dicho que…
Hola Slate, aquello que hizo que comenzara a percibir el tinnitus fue un trauma acústico. Puedes leer más sobre lo sucedido ingresando al siguiente enlace:

https://lahiperacusiayyo.blogspot.pe/2008/01/yo.html

Saludos,

Julio

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