Viajando en avión, con Hiperacusia y Tinnitus
El vuelo duró tan
solo 1h 15m, desde Lima (la Capital) hasta Piura (al norte del país). Habiendo
leído información al respecto, y consultado con algunos compañeros respecto a
las precauciones a tener en cuenta, tuve listo entonces un par de tapones
nuevos, así como las orejeras de siempre y unos chicles para masticar durante el
despegue y en el aterrizaje.
De ida:
Mientras esperaba
la llamada en la sala de embarque, me sorprendió que no se sintiera en absoluto
el sonido de los aviones de la zona exterior. El ambiente estaba muy bien
insonorizado, y contrastaba totalmente con lo que había experimentado varios
años atrás cuando el aeropuerto de Lima tenía otra infraestructura.
Al
momento del embarque, avanzando por la manga, los tapones y orejeras me
ayudaron a atenuar un sonido algo fuerte que se escuchaba al estar cada vez más
cerca de la puerta delantera del avión. Era un sonido grave, parecido al de un
aparato de aire acondicionado de gran tamaño.
Había
también otro sonido, difícil de atenuar, que provenía de las turbinas que
estaban encendidas (sobre todo de la turbina del ala más cercana). Era bien
agudo y también un poco fuerte. Este sonido si bien resultaba incómodo no me
llegó a afectar pues solo lo escuche por unos minutos mientras avanzaba hacia
la puerta, disipándose una vez que ingresé al avión. Este sonido también lo
percibí al momento de salir del mismo cuando llegué al lugar de destino, ya sin manga, y bajando
por la escalera de la parte trasera (el sonido en este caso provenía sobre todo
de la turbina que estaba ubicada en la cola del avión). Este sonido de
turbina, era muy parecido a aquel que yo escucho siempre como una de las
manifestaciones de mi tinnitus.
De Vuelta:
Al igual que en la
ida, la sala de embarque en el aeropuerto de la ciudad (Piura), estaba muy bien insonorizada. Al momento del
embarque no hubo manga, entonces me tocó subir por la escalera trasera,
escuchando nuevamente ese sonido fuerte y agudo de la turbina de la cola del
avión. Como el tránsito se estaba dando muy lentamente, tuve que salirme de la fila
y alejarme unos metros para no sentir tan cercano ese ruido. Luego regresé
cuando ya mi ubicación en la fila estaba más próxima a la puerta del avión.
Felizmente no demoró demasiado, y no sentí ninguna molestia posterior.
De regreso en Lima,
la salida fue nuevamente a través de una manga colocada en la puerta delantera
del avión, y los sonidos existentes fueron entonces similares a los escuchados
cuando salí de Lima, no generándome mayor incomodidad tampoco.
Tanto en la ida como en la vuelta:
Dentro del avión lo
que se percibía era nuevamente, un sonido grave como de aire acondicionado, de
una intensidad alta, pero tolerable llevando colocados los tapones y las
orejeras.
Previo al momento
del despegue, las turbinas comenzaron a hacer más ruido y el avión comenzó a
acelerar hasta que se elevó, momento en que la intensidad de dicho sonido
disminuyó. Una vez ya en pleno vuelo, lo que se escuchaba, además del sonido de
aire acondicionado, era uno que provenía de la parte delantera del avión y que
podría haber sido quizá de las turbinas, pues era un sonido grave también, pero
con un cierto temblor o vibración, y de una intensidad más baja. Este sonido
apenas lo notaba.
Durante los primeros minutos del vuelo comenzó a sonar música por los parlantes ubicados encima de los asientos. El volumen era bastante alto, y me empezó a molestar. Entonces me acerque a la aeromoza y le pedí que lo bajara un poco, explicándole mi situación, a lo cual ella accedió amablemente. La música siguió sonando durante unos minutos más, a volumen más bajo, y después se detuvo dando paso a unos videos cuyo sonido era bastante moderado y tolerable (esto, considerando que llevaba puestos en todo momento los tapones y las orejeras).
Siguiendo
las recomendaciones de algunos compañeros, mastiqué chicle durante el despegue y
el aterrizaje, pero me di cuenta que el hacerlo no generaba ningún cambio, así
que en el vuelo de regreso a Lima ya no lo hice. Lo que si servía de vez en
cuando (pero no a cada rato), era pasar saliva para que se destapen los oídos.
A veces esto ocurría sólo también, sin que yo hiciera nada.
Al momento del aterrizaje, pareció como que el sonido de las turbinas se comenzaba a incrementar nuevamente, pero fue solo por unos segundos.
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Aunque durante el
abordaje y la bajada del avión, tanto de ida como de vuelta, no se produjo
ningún despegue de otro avión, al regreso y ya estando prácticamente fuera del
aeropuerto de Lima, si se produjo uno, sin embargo no lo sentí tan fuerte como
temía, seguramente gracias a la protección que llevaba (tapones más orejeras).
El viaje fue pues muy tranquilo, y los vuelos, tanto el de ida como el de vuelta resultaron
mejor de lo que yo esperaba. No tuve ninguna molestia, ni antes, ni durante, ni
después del vuelo. Y no hubo tampoco ninguna consecuencia posterior, es decir,
no aumentó de intensidad mi tinnitus ni se acentuó mi sensibilidad a los
sonidos en los días siguientes.
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