Una segunda y más prolongada experiencia de vuelo en avión
El año 2019 realicé un viaje a Buenos Aires (Argentina), estando mi condición auditiva (hiperacusia + tinnitus), en un nivel cercano al moderado, tras varios años de severidad.
Sentía algo de preocupación pues lo que iba a utilizar era un
vuelo directo (sin escalas), y el tiempo de viaje estimado era de 4:30 hrs.
Había la opción de hacerlo haciendo escala en Chile, pero pensé que al tener
que pasar por un trasbordo y un cambio de avión, iba estar expuesto a una mayor
cantidad de ruido al final.
Ya había pasado antes una experiencia de vuelo en avión el año 2015 hacia una ciudad del norte de mi país, por un lapso de solo 1:15 hrs. aprox., tanto para la ida como para la vuelta. Esta vez iba a ser mucho más tiempo, y no sabía cómo reaccionarían mis oídos.
Llegado el día del embarque fui al aeropuerto, al igual que
la vez anterior, bien protegido con tapones y orejeras. Fuera del aeropuerto no
sentí ninguna molestia con el ruido de los aviones despegando, y después,
estando ya en la sala de embarque a la espera de que llamaran para abordar el
vuelo, estaba tan aislado el ambiente que pude mantenerme sin orejeras.
Cuando llegó el momento de abordar el avión me volví a
colocar las orejeras porque recordaba que durante el abordaje el motor (o
motores) de los aviones ya suele está encendido y producir un ruido algo agudo
y penetrante. Fue así que ingresé al avión sin problemas ni incomodidad. Tras
eso me saqué las orejeras otra vez.
Llegó el momento del despegue y me puse las orejeras
nuevamente, porque el ruido del motor se pone muy intenso. Felizmente esto dura
solo unos minutos, y lo entonces lo pude tolerar sin dificultad.
Una vez ya en pleno vuelo, me saqué las orejeras, quedándome
otra vez solo con los tapones. El sonido del motor del avión era bastante
notorio. Como si estuviera encendido un equipo de aire acondicionado gigante.
Era un sonido grave pero intenso*. Por momentos, debido a los cambios en
presión del aire durante el vuelo, sentía los oídos más tapados de lo que ya
estaban (por los tapones), como con una sensación de plenitud. Esto lo
solucionaba parcialmente pasando la saliva o chupando un caramelo.
Estuve así cerca de una hora, cuando entonces comencé a
sentir dolor en los oídos y ese sonido de ventilador enorme se me hizo más
notorio de lo que ya era hasta ese momento. Eso me generó más preocupación y
ansiedad de la que ya tenía, pues supuestamente me quedaban todavía 3:45 hrs.
de vuelo. Lo que hice fue colocarme otra vez las orejeras, con lo cual ese
sonido del motor se atenuó un poco. Pero como el dolor a los oídos seguía sin
disminuir, tuve que hacer algo que desde mi punto de vista era sumamente arriesgado,
no tenía otra opción.
Me había dado cuenta que mis tapones, tras ya varias horas
de tenerlos colocados (habían pasado más de 5 horas desde que me los puse al
salir de mi casa en dirección al aeropuerto), se habían aflojado o ablandado, reduciendo
así su capacidad de bloqueo. Entonces decidí que tenía que sacármelos y volver
a colocarme otros nuevos. Iba a tener que exponer mis oídos directamente a ese
sonido intenso y grave del motor (o motores) del avión, pero no tenía
alternativa. Sería solo por unos segundos, pero podía bastar para que mi
situación auditiva empeorara.
Antes de comenzar el proceso, me saqué entonces las orejeras y preparé el primer tapón nuevo que me iba a colocar, es decir, lo aplasté y le di la forma adecuada para que pudiera ser introducido correctamente por todo el canal auditivo, y lo mantuve así aplastado. Luego me saqué rápidamente el tapón del primer oído y coloqué el nuevo. Lamentablemente no ingresó bien y tuve que sacarme el tapón con una de las manos e inmediatamente taparme el oído con uno de los dedos de la otra mano. Tras darle forma nuevamente al tapón nuevo, volví a intentar y esta vez sí ingresó bien el tapón y comenzó a expandirse poco a poco bloqueando el sonido externo. Luego hice lo mismo con el otro oído sin contratiempos. Tras esto me volví a colocar las orejeras, y sentí un mejor y notorio bloqueo del ruido.
El cambio de tapones en pleno vuelo y ante un ruido super fuerte para mi condición auditiva, no generó efectos adversos felizmente, y más bien con el correr del tiempo, y gracias a dicho cambio de tapones y a qué el vuelo resultó más corto de lo esperado (solo 3:30 hrs.), el dolor que sentía a los oídos fue desapareciendo. Terminé el vuelo sin ninguna molestia.
Atravesando la Cordillera de los Andes |
Con la experiencia de la ida, para el regreso a Lima decidí
probar haciendo escala, de tal manera que tuviera las horas de vuelo repartidas
en dos tiempos separados, y sabiendo ya, que los espacios de tiempo que
transcurrirían durante el proceso de embarque no serían tan ruidosos como imaginé
inicialmente. No tuve pues ningún inconveniente con mis oídos, ni durante el
vuelo de regreso, ni en la llegada a Lima.
* según la página Widex Especialistas en Audición,
los niveles de ruido dentro del avión pueden llegar hasta 105dB durante el
despegue y el aterrizaje, y a 85dB durante la navegación en altitud, lo cual
puede ser mucho para los oídos si el viaje va a ser muy largo. Algo similar es mencionado también por la Hearing Health Foundation en un reel que publicara en su página de Facebook. Para ver este reel junto con una traducción al español que realicé, hacer clic aquí.
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