No siempre es tan malo el uso constante de tapones en la Hiperacusia y el Tinnitus severos...
Cuando se padece de hiperacusia y/o tinnitus severos, uno llega a estar inmerso en un círculo vicioso, porque por un lado necesita protegerse constantemente los oídos para no empeorar, pero a la vez el protegerse de esa manera provoca que uno se vuelva más sensible aún a los sonidos. Se vive entonces “entre la espada y la pared”, sin saber qué hacer para mejorar.
Si bien aquella recomendación general y plenamente aceptada (de no utilizar la protección auditiva de manera constante), es efectivamente cierta, en mi estado severo de hace unos años, encontré sin embargo que la utilización continua de los tapones de espuma era una vía segura y fácil para reentrenar al oído a los ruidos ambientales, estando sobre todo dentro de mi casa.
Y cómo es que esto pudo ser posible?
Pues resulta que siempre que tras alguna exposición a un ruido fuerte mis oídos se quedaban muy sensibilizados y me dolían ante cualquier sonido cotidiano, comenzaba a utilizar un tapón de espuma nuevo, y los seguía usando de manera continua hasta que el dolor iba desapareciendo poco a poco. Una vez que pasaba el dolor, tampoco me los quitaba, porque casi siempre e inmediatamente que lo hacía, el dolor volvía aparecer. Entonces seguía con los tapones puestos y dejaba que fueran perdiendo su consistencia poco a poco, y de esta manera fueran perdiendo también su capacidad de atenuación. Mientras tanto iba limpiando los tapones siempre que veía que se acumulaba cerumen o polvo. (La limpieza no la hacía con agua sino con papel higiénico seco, o bien remojado con un poquito de alcohol. No usaba agua porque terminaba aflojando mucho el tapón y haciéndole perder prácticamente toda su consistencia).
Este proceso lo he tenido que repetir en varias oportunidades, incluso en la actualidad también, cuando por alguna exposición a ruido inesperada mis oídos se afectan, se sensibilizan y aparece el dolor. O también debido a que muchas veces al salir a la calle me he confiado y he creído que los oídos ya estaban lo suficientemente fuertes como para soportar, sin mayor protección auditiva, el ruido ambiental externo, que en Lima es muy elevado.
Como el proceso natural en que los tapones van perdiendo su consistencia debido al uso, es lento y progresivo, permite también entonces que mis oídos vayan realizando una reinserción pausada a los ruidos ambientales, hecho que ocurre casi sin darme cuenta. Al cabo de unas tres o cuatro semanas los tapones ya están bastante blandos y ofreciendo muy poca protección, sin que los oídos hayan reaccionado negativamente ante dicho cambio. En esos momentos la transición y adaptación a permanecer sin tapones es mucho más fácil y prácticamente no me llega a afectar.
Otra estrategia que también uso es tener varios pares de tapones, con distintas consistencias, algunos más usados que otros, para poder utilizarlos en distintas situaciones, es decir para distintos niveles de ruidos. Como mínimo tengo tres o cuatro pares (ver imagen de arriba, de derecha a izquierda): 1. nuevos, para salir a alguna reunión o para realizar un viaje largo dentro de la ciudad*; 2. solo un poco gastados, para salir cerca de mi casa; 3. medianamente gastados, para estar dentro de mi casa; 4. bien gastados, para dormir. Los tapones tipo 3 y 4, los alterno a veces durante el día; y los tipo 4, muy pocas veces los uso.
La recomendación aludida en el primer párrafo respecto a que no se debe usar la protección auditiva de manera perenne, es realmente cierta si es que uno utiliza en todo momento tapones nuevos o en estado óptimo, pero si no es así, es posible que puedan ser útiles más bien para reinsertarse a los ruidos ambientales, tal como ha sido mi experiencia.
* también cuando salgo a la calle para un recorrido largo, llevo aparte otros tapones nuevos de repuesto, por sí por alguna razón se me cayeran o perdiera los que llevo puestos.
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