La contaminación acústica en los hospitales y/o centros médicos





Tal parece que el ruido ambiental en los hospitales (clínicas, centros médicos de internamiento, etc.). es un problema creciente. En estos lugares, por lo general, los niveles de ruido exceden las recomendaciones internacionales. Así lo revela una publicación reciente a cargo de investigadores de dos universidades de Londres (ver Fuente, más abajo). 


Esto parece ser cierto incluso en las unidades de cuidados intensivos (UCI), en las que se ha registrado niveles de ruido por encima de los 100 dB, algo equivalente a escuchar música a alto volumen a través de audífonos. 

Los efectos desfavorables del ruido no solo tienen que ver con la molestia y daño auditivo que aquel puede ocasionar a los pacientes, muchos de ellos además, ya en estado de salud muy vulnerable, sino que también obstaculiza la comunicación entre el staff médico, generando fastidio, irritación y fatiga, lo que incide al final en la calidad y seguridad que se brinda en la atención médica. 

En el caso de los pacientes, el ruido excesivo también les impide descansar, y así mismo les reduce su capacidad para sanarse y recuperarse, pues dicho ruido ha asociado al desarrollo de psicosis de UCI, estrés inducido por la hospitalización, incremento de la sensibilidad al dolor, presión arterial alta y pobre salud mental. 

Por otro lado, se ha encontrado que el sonido de las máquinas en los hospitales es más perturbador incluso que la voz humana. 

Y como suele suceder también en otras situaciones, el efecto del ruido puede resultar acumulativo durante la experiencia de hospitalización, siendo esta una de las razones por la que muchos pacientes piden su salida prematura del hospital, sin haber terminado su tratamiento. 

Algunos de los ruidos molestos en los hospitales son los siguientes: 

- alarmas, beeps 

- televisores 

- manipulación de instrumental médico 

- el traqueteo de mobiliario (por lo general metálico): mesas, camillas, veladores, estantes, etc. 

- timbrado y sonido de celulares 

- conversaciones en voz alta del staff médico, los visitantes y los propios pacientes 


Una solución para este problema debería pasar por educar al staff médico sobre los efectos nocivos del ruido, y sobre las medidas que se pueden tomar para incorporar una cultura de reducción de ruido (protocolos), como una parte importante de una atención médica segura y de calidad. Uno de los países que ha tomado la iniciativa en este aspecto es Dinamarca, que para este año (2018) tenía ya previsto establecer y poner en vigor un standard acústico para sus hospitales. 

Vale decir que cualquier normativa al respecto debería involucrar también a los propios pacientes, pues a veces también son ellos los que contribuyen a crear el ruido (son participantes activos y no pasivos). 

Como medida preventiva también se les podría advertir a los pacientes, antes de que ingresen a un centro médico, sobre los niveles de ruido existentes, a fin de que tomen sus precauciones (llevar tapones, orejeras y/o audífonos). 

También puede ayudar el tener un sistema de alerta de ruidos (señalizaciones por ejemplo), el utilizar paneles acústicos (que amortigüen los sonidos), etc. 

El uso de sonidos enmascaradores, de fondo, optimizados, ha mostrado recientemente ser también de ayuda en los hospitales, sobre todo para mejorar el sueño de los pacientes. Terapias complementarias podrían también ayudar a relajar y tranquilizar al paciente, y reducir su sensibilidad o respuesta al ruido (es el caso del Reiki por ejemplo, que desde hace un tiempo ya se viene utilizando en los hospitales, para tratar diversas molestias). 


Entre el mes de agosto y setiembre de este año (2018), yo pasé una experiencia de hospitalización que duró 24 largos días. Para conocer cómo fue vivir esto teniendo hiperacusia y tinnitus, ingresar aquí


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