Un caso de curación milagrosa de la hiperacusia

 


Como bien se sabe las curaciones espontáneas, a veces llamadas curaciones milagrosas, existen y están bastante documentadas. Las hay también en personas con problemas auditivos, especialmente en casos de tinnitus. En la sordera y la hiperacusia no he conocido muchas historias, sin embargo recientemente he leído la de Tegan Peterson, una niña-adolescente con hiperacusia dolorosa cuya recuperación total estuvo asociada fuertemente a su fe religiosa. Este vínculo con lo religioso, sin embargo, no impide que su experiencia pueda muy bien valer para cualquier persona, creyente o no.


Quizá para las personas ateas o agnósticas estás curaciones asociadas a la fe religiosa pudieran ser solo producto de la sugestión. Sin embargo, aun fuese así, estarían demostrando el enorme poder que tienen la mente y las emociones sobre el estado físico de las personas, y en ese sentido cualquiera podría lograr cosas increíbles y sorprendentes dependiendo de cómo se mentalice y de qué actitud asuma respecto de la enfermedad. Pero claro, si bien la fe en algo es muy poderosa, tiene que ser espontánea y autoelegida, no puede ser impuesta, como a veces se pretende -sobre todo en casos de enfermedad.


A continuación les dejo la historia de Tegan resumida, y con algunas citas textuales:

 

Cunado Tegan se enfermó tenía 15 años. Fue una mezcla de un virus crónico, la presencia de dolor en distintas partes del cuerpo, y además hiperacusia. El dolor era tan intenso que llegó a pensar que se iba a morir, lo cual de manera resignada veía como una liberación al sufrimiento. El dolor se terminó centrando en sus oídos. Sorprendentemente, este estado no le quitó la alegría:


“Sin embargo, lo notable de estos tres años fue que nunca, ni una sola vez, me sentí enojada, amargada, deprimida o desesperada. Unas cuantas veces me sentí triste, pero inmediatamente 'enderezaba mi brújula', miraba a Dios y la tristeza desaparecía, durando sólo unos segundos. Ninguno de mis muchos médicos o amigos no cristianos podía creer esto. Se sorprendieron de que yo no estuviera deprimida y que estuviera tan llena de paz, esperanza e incluso alegría. Todos los que entraron a mi casa dijeron que inmediatamente se sentían en paz… Mi familia y mis médicos probaron muchos medicamentos y terapias y nada realmente ayudó, pero en lugar de desesperarme sentí fuertemente que había un propósito importante para todo esto e incluso un susurro de ‘todavía no’… Mi fe era una luz brillante que no podía apagarse. Este fue verdaderamente un regalo de Dios.”


En un verano de aquella época tuvo una visión, era una bola roja enorme que estaba en la cima de una colina, que comenzaba a rodar, y cada vez iba aumentando su velocidad a un punto que nada la podría detener. Y entonces sintió que Dios le dijo de que así sería su curación, y que esta se produciría en ese año. Y así fue.

Casi al tercer año de que enfermó, asistió a su Iglesia (asumo que era evangélica), para escuchar la conferencia de un expositor (asumo que era un pastor) llamado Ken Grenfell, durante el fin de semana, y a partir de ese momento comenzaron a suceder situaciones inesperadas y sorprendentes en ese lugar: una persona extraña le dio un mensaje de Dios sobre tu condición, se cantó una canción que ella sintió como un mensaje directo de Dios para ella, y finalmente el pastor oró por ella reiteradamente:


“Ken oró por mí tres veces. Tres veces sentí un hermoso calor dorado dentro y alrededor de mis oídos. Era como si unas manos los tomaran ahuecados. Después de la segunda vez, me quité los generadores de sonido. Eran similares a audífonos y un tratamiento para la hiperacusia. Si no los usara, sentiría un dolor insoportable. Pero Dios me dijo que me los quitara y así lo hice. Los puse en manos de mi mamá y le dije que ya no los necesitaba. Después de la última vez que Ken oró, me volví hacia mi mamá y le dije: 'Está hecho'. Estoy curada'.

Dios me dio una curación milagrosa. Él levantó la carga, levantó el dolor. Y así se completó el triunfo.”


Tras esta experiencia de sanación Tegan supo finalmente cuál había sido el propósito de su enfermedad, y cuál era su misión tras estar curada:


“Durante todo el tiempo que estuve enferma, oré y oré para tener un testimonio que conmoviera y animara incluso a una sola persona. Esto me recuerda el versículo que dice que Dios te dará más de lo que puedas pedir o imaginar. Mi testimonio y mi curación milagrosa ya están siendo escuchados por otros, y si ayuda a una sola persona, eso es todo lo que podría desear.”



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Como cierre de post, les dejo una pequeña reflexión personal, a partir de mi propia experiencia. Sea por fe en Dios, en el Universo, en alguna fuerza superior, en los espíritus, o bien en uno mismo, es necesario creo yo, que uno aplique una regla o condición que se me ha vuelto como una “máxima”: “primero dar, para después recibir”. Esto no es nada nuevo en realidad, porque se Jesús lo da a entender en el Nuevo Testamento, a través de sus enseñanzas.


En ese sentido, mi recomendación es que, si uno es creyente, antes que pedir algo a Dios, o a alguna fuerza superior, es mejor primero ofrecer algo (incluso la propia enfermedad, como lo hizo Tegan)... ya sea para cumplirlo antes o inmediatamente después de recibir lo que se está pidiendo.

 

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Para leer el texto original en inglés, hacer click aquí.


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