Caso de recuperación exitosa de la Hiperacusia y Tinnitus, utilizando la TRT – 1/3

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La siguiente es la historia de un paciente de hiperacusia y tinnitus que logró salir de la condición severa en la que se encontraba, gracias a la TRT. Su caso fue publicado en la página web AudiologyOnline, en el artículo titulado Overprotection-Hyperacusis-Phonophobia & Tinnitus Retraining Therapy: A Case Study, escrito por Robert L. Folmer Norma R. Mraz (ver más abajo la fuente). El contenido central de dicho artículo lo he traducido al español en tres partes, siendo la primera de ellas la que presento aquí:

A continuación se presenta el reporte del caso de un paciente con hiperacusia y fonofobia extrema que fue tratado exitósamente con la TRT.

UN ESTUDIO CASUISTICO:

Un hombre de 52 años de edad se presentó con tinnitus, pérdida auditiva e hiperacusia extrema. El reportó haber despertado una mañana a la edad de 33 años y descubierto – por primera vez – que el sonido del agua corriendo le resultaba incómodamente fuerte. Un suave tinnitus bilateral comenzó dos días después de este incremento en la “sensibilidad sonora”. Su tinnitus y sensibilidad sonora empeoraron con el tiempo, deviniendo esta última en hiperacusia. Desarrolló insomnio y una acrecentada ansiedad. Llevó puestos tapones de oídos con una regularidad en aumento, para evitar la exposición a los sonidos incómodos. A lo largo de los siguientes siete años el paciente fue evaluado por 5 otorrinolaringólogos y 5 audiólogos. En 1983, solo uno de los médicos le diagnosticó hiperacusia. Desafortunadamente este médico, como todos los otros, le dijo al paciente que no había nada que se pudiera hacer para mejorar su situación. El paciente recibió evaluaciones y tratamientos de un psiquiatra, dos psicólogos, un  kiropráctico, un osteópata, y tres diferentes sanadores espirituales / por medio de la fe. Tomó Xanax, siguió biofeedback, recibió inyecciones de lidocaina transtimpánica, y tomó megadosis de suplementos vitamínicos. La condición del paciente no mejoró. A la edad de 43 años salió de licencia por discapacidad de corto plazo en su alguna vez exitosa carrera en negocios. Seis meses más tarde, su otorrinolaringólogo lo certificó como 100% discapacitado y el paciente comenzó a recibir los beneficios de la Seguridad Social. Con desagrado pero firmemente se retiró de de la vida como él la había vivido. El paciente se mudó de una ciudad grande a un área rural remota a fin de reducir el riesgo de exposición al sonido. Construyó y pasó la mayor parte de su tiempo en una habitación atenuada al sonido en la esquina trasera de su sótano. Enladrilló las ventanas del sótano y tapó con tablas el resto de ventanas de su casa. Todos los espacios con piso fueron alfombrados. El refrigerador fue movido a un cobertizo exterior. El paciente dejó de hablar por teléfono pues eso le resultaba demasiado fuerte. En su lugar, se comunicó con el mundo exterior vía un TDD (aparato de telecomunicaciones para sordos) y operadores de retransmisión (relay operators). Eventualmente, incluso su suave tecleo en las teclas del TDD parecía demasiado fuertes para él, por lo que utilizó audífonos (headphones) para amortiguar el sonido del teclado. Continuó viendo televisión, pero silenciando la salida de audio y encendiendo la función closed caption (subtitulado oculto). No hubo radio ni computadora en la casa. El paciente llevó puesto orejeras dentro de la casa cuando sus actividades (como remover polvo en un vaso de agua) involucraban incluso mínima exposición al sonido. Con el tiempo eliminó de su dieta las comidas crujientes y sólidas porque no podía tolerar el sonido de su propia masticación. Dejó de afeitarse la cara, lavarse el pelo, y de tomar duchas, debido a que estos sonidos eran percibidos como dolorosos. Se bañaba él mismo utilizando toallas sanitarias. Le dio su guitarra a su hermana porque no estuvo en capacidad de tolerar más el sonido del instrumento que alguna vez le gustó tocar. Dejó de conducir su auto y rara vez salió de su casa, excepto para recoger la correspondencia del buzón. Llevó puestos tapones para oídos y orejeras cada vez que caminaba fuera de su casa, pues incluso la idea de estar expuesto a sonidos como el piar de las aves, el soplido del viento, o una bocina de auto, le causó sentimientos intensos de ansiedad y miedo. Confió a su madre y hermana el lavado de su ropa y las compras de abarrotes durante sus visitas semanales. En cualquier otro caso, permanecía aislado de la sociedad.




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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
es terrible como cambia nuestra vida en segundos, como terminamos aislandonos del resto del mundo y aun nuestra familia lucha por comprendernos y no lo consigue.
Cuarto Mundo ha dicho que…
sí, realmente es una experiencia terrible e indescriptible. Yo he vivido esto cuando mi condición se agravó hace unos años atrás. Lo mejor creo yo es tratar por uno mismo de encontrar una solución y llevarlo a cabo lo más rápido que se pueda (con apoyo, claro), pero no esperar que los demás sean los que lo hagan, porque esto puede que tarde mucho o que no nunca llegue.
Anónimo ha dicho que…
Hola
fui anestesióloga por 37 años
estaba expuesta más de 10 horas por día a los sonidos de los monitores
llegó un momento en que no soportaba monitores más conversaciones y la influencia de intercomunicadores incesantes
de repente me di cuenta que las conversaciones normales en casa se me hacían intolerables y que oir un secador de pelo me dolía
jubilé y me comencé a aislar
me reencontré con la paz que necesitaba y adoro los pájaros y el ruido del viento y del mar
oir mucha gente o música me matan, pero eso fue siempre
pierdo la concentración
cuando paré mi trabajo,logré ser feliz de nuevo
aunque evito muchas cosas por sus decibeles
Cuarto Mundo ha dicho que…
esa sensación de paz es la que todos necesitamos cuando sufrimos de hiperacusia. Me alegra que te sientas mejor, a pesar de las limitaciones.

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